sábado, 19 de julho de 2014

validez del poema



A veces me pregunto
si todo el poema vale
tanto dolor que lo saca afuera.
Si todos estos últimos tintes desesperados, asqueados, hartos
me valen estas horas
de angustia roja
de tristeza peleadora
de visión hinchada por falta de usar otros sentidos
por falta de alfombras mágicas
por exceso de sillas
por acumulación de mates
por saturación de virus
por defensión
por Defensa
Y  Talcahuano
no sé si se cruzan
sólo sé que aunque las desee
no las llego.


Pero no sé
no sé
si sacrifico el poema
y quemeimporteunbledo que no lo exista
no soy apologista del dolor
tan europeo
tan solistario
tan sofisticado en su ego-maduro-con permiso de conducir-
orgullo del sufrimiento-
(con chimeneas de fuego ardido por criados)
no soy apologista del sufrimiento que dicen que pare al artista
o visceversa o viscevísceras
o le hace el verso
sólo sé que mi sangre hizo la primaria
y sabe escribir
y no se ahoga;
bebe de la tinta el oxígeno que la libera de no atorarse con tanto acento
tanta acentuación
de lo que se está volviendo tenue: la alegría
sólo sé que mi sangre
hizo la secundaria de taquito
atenta sólo a la estrategia: una antena en el pizarrón
y el resto
sólo es mío
y sólo es: TANTO TANTO
y por ese resto mayoritario
inventado por la vida y por mí,
sabe, mi sangre, usar lenguaje humano,
castellano, occidental
pero sospecha ella, que es más antigua,
asiática o arenosa
que el dolor a solas no es sofisticado
que no importa cuántos poemas dé;
cuántas identificaciones abrazará y sanará en el chin-chin de derrotancias
no,
sabe que escribe tantos y tantos y más tantos cuando hace lo suyo.
Y baila
y abraza
y desafía la ley de gravedad
porque no se cae por la tinta.
Lo que hace
 es saltar del corazón a la birome
y no acordarse de mi nombre.



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