Qué atractivo resulta leer los nombres de las ciudades
uno tras otro
en grandes letras
iluminadas
iluminadas
flotando desde el cartel
Qué agradable ver todos esos nombres
inocentes
parpadeantes
los nombres de las ciudades
sin sus problemas de desagüe
de transporte
sin sus calles que tuercen la vista
sin sus adolescentes durmiendo bajo
la lluvia
sin la tediosa quejumbre de los bien
comidos
sin sus electrizantes cortes de electricidad
sin sus catatónicos subterráneos
sus taxistas asados de calor
sus taxistas asados de calor
sus enfermeras extenuadas
sus hospitales abultados
sus hippies
dislocados
la
“practicidad” de los lunes
sin sus after hours
sin sus
hours llenas de hartazgo
Qué extraña
paz emanan sus letras
llamándome
con dulzura
mientras
bebo mi café
en este
banco duro, azul, verdadero
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