quinta-feira, 2 de setembro de 2010

poema MUÑECAS Y THAMES libro dengue

MUÑECAS Y THAMES

La brillan cadenas
que sostienen los perros que pasea
Mitad cabello en tobogán ojos negros pechos directos boca brava andar acantilado
Mitad hocicos que la extreman
y que ella casi ahorca con toda la ternura siamesa de su semidiocez humana
mientras semisonríe
maniobrando las cadenas de acero oxidable y brillón
y las
boleadoras de bozales para bailar malambo en los cordones rotos de Villa Crespo

Navega las baldosas como su madre, Escila,
que protege algunas ollas turburiosas
del mar de Mesina
con una jauría en la pelvis
sirena ladradora

diosa griega mad max

p o l l e r a d e l a d r i d o s

m a x i f a l d a d e d i e n t e s

los colmillos cierran relámpago
en el brazo, tatuado un gato
en la risa…


Tan atractiva, tan peligrosa
La diosa del mar que detiene
a marineros
para morderlos
moja el dobladillo pedigree
en la garganta de los pescadores:
gallardos caballeros bautizados con escobas berretas
que empujan las mugres a fuerza de que no los incendie la inquisición penitenciaria


La afrentan colectiveros, tetrabrikeros,
bicichikos, mecánicos que muerden milanesas
tirados con un desgano sobrador en algún escalón libre de púas
y la bichean, la calan, la ojean, la relojean, le sonríen palabras con p
mientras esquivan el perejil de las muelas arregladas por dos pesos,
y se libran de sus pensamientos pasándose las mangas de la camisa por la boca,
los taxistas le jeje , con el brazo derecho apoyado en los años de antigüedad, y con el izquierdo bronceado por el oficio de atravesar lomas de burro con robusta pedantería, se atreven a gritarle…qué hayé, ridícula??
Único minuto cómplice con los choferes del transporte público colectivero:


Hay una perra suelta,
Y desafiante
Que se cree dios
Peor,
Se cree diosa
Se piensa que está en el mar
Con esa musculosa
Llevando tanto perro
Ocupando toda la vereda
Todas las miradas
Y en ese hermoso momento de tensión palestina
EllA para.

Para a sus perros.

Y yo creo
que desabrocha cada una de las boleadoras
de las cadenas
de los ladridos
un minuto
en el que ella podría hacer eso
para acabar con el almuerzo de los mecánicos
y con los brazos del taxista
y con la impaciencia del chofer
Y tirarles los perros encima.
Cada mediodía
le hago la oración
a mi Santa Perra,
para que equilibre la crueldad fascimacha del mundo.
Roberta Arta

Um comentário:

  1. compañera, tus dichosas frases en cadena de favores, me transportan como olas sin miedo a perderme la costa de mis padres en lontananza. Arre!

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