Reproduzco la entrevista Claudia Acuña hecha por la revista NOS DIGITAL Feminismo explícito: Universidad de la Concha
Desde
la cooperativa LaVaca hace años que trabajan activamente sobre el
feminismo, defendiendo los derechos de la mujer. Desde el 30 de junio
comenzó un ciclo de encuentros que se dicta el último sábado de cada
mes, dirigido “ni a hombres ni a mujeres, a todas las personas”. A
través de un espacio reflexivo buscan romper con el estereotipo de la
víctima, “porque ninguna mujer llorando y de rodillas puede cambiar su
situación”.
Claudia Acuña, una de las cabezas de
este proyecto, nos explica claramente cuáles son esas herramientas que
utilizan y generan para darle batalla al sistema patriarcal. Propone una
mirada diferente sobre el problema del machismo: “el machismo es
femenino, pero si sos el problema también sos la solución”.
-¿Cómo surge la idea de llevar adelante una Universidad de la Concha?
-Hace mucho tiempo que desde LaVaca
venimos trabajando y reflexionando sobre el tema del feminismo hoy. De
cómo perdió potencia su discurso y, lo que es más grave, de cómo operan
los controles sobre sus lenguajes, tanto a nivel de la palabra como de
la imagen, para restarle poder de transformación social. El trayecto que
hicimos en este sentido es muy largo, pero podríamos sintetizarlo en
dos etapas: una de mayor intervención pública, cuya herramienta más
visible es la muestra y el libro “Ninguna mujer nace para puta”. Y otra
más silenciosa, que llamamos de ”submarino” que nos permitió consolidar
un grupo de trabajo heterogéneo en su formación de origen, pero muy
sintonizado en cuanto al interés de plantearse qué significa la batalla
feminista hoy. La Universidad de la Concha marca el inicio de otra
etapa, en la que abrimos las puertas para compartir un espacio de
reflexión para la acción. La idea surgió a partir de dos experiencias
concretas que en la UCO se unen formalmente, por un lado, los talleres
de crónica periodística, en los cuales trabajamos mucho y durante largo
tiempo con un grupo de mujeres periodistas y con la psicóloga Susana
García, el tema del lenguaje y la identidad, de cómo está colonizado
tanto por el sistema patriarcal como por la sintaxis disciplinadora de
las oenegés y, por otro lado, el Poeticazo, el espacio que llevaron
adelante desde LaVaca la poeta Daniela Andújar y la artistas Veroka
Velázquez. Estas dos experiencias fueron el útero de esta nueva
iniciativa. Allí, participaron músicas, poetas y artistas visuales
durante tres años, entonces la UCO acumula estas experiencias y personas
que se proponen el rol de anfitrionas. No damos cátedra, recibimos en
un espacio, y para un tema concreto, a personas que saben tanto o más
que nosotras. De hecho, están participando mujeres de varias provincias
que tienen una larga trayectoria de trabajo en temas feministas y que
tienen la misma necesidad que nosotras de compartir un espacio de
reflexión sobre las propias prácticas.

-El propósito es claro porque no
queremos hacer perder el tiempo a nadie, ni perder el nuestro: hacer
algo. Son cinco reuniones destinadas a replantearnos cosas, aprender
otras, intercambiar saberes, debatir ideas y prácticas. Pero todo esto
está destinado a hacer algo concreto. Cada participante lo hará en el
espacio que crea mejor o necesite hacerlo. Nosotras, desde la UCO,
queremos producir una acción callejera e invitamos a las participantes
que quieran a que lo hagamos juntas, pero no es una obligación. Este año
esa acción tiene como eje la imagen. Por eso cada encuentro está
pensado en función de reflexionar sobre tres preguntas: “¿Cómo nos
vemos?, ¿Cómo nos ven? y ¿Cómo queremos que nos vean?”. Buscamos romper
con el estereotipo de la víctima, porque ninguna mujer llorando y de
rodillas puede cambiar su situación. La UCO no es un espacio para pensar
las imágenes y discursos que produce el sistema, sino para interpelar
las que producimos nosotras mismas. Hay muchos y seguramente mejores
espacios de reflexión sobre la guerra que este sistema libra sobre
nuestros cuerpos y subjetividades. Proponemos la autocrítica como frente
de batalla, a partir de un diagnóstico concreto. Algo falla en lo que
hacemos si hay 52 mujeres quemadas por sus parejas, si hay la cantidad
de mujeres explotadas sexualmente que existen hoy, en este país y en
este momento, y sino podemos imponer que se despenalice el aborto, por
poner solo tres ejemplos de actualidad. Algo estamos haciendo mal,
diciendo mal y mostrando mal porque la violencia contra las mujeres,
aquí y ahora, es brutal. La UCO se propone analizar nuestros errores,
potenciar nuestras capacidades y lograr acciones más potentes,
populares, de real intervención social. Por eso la convocatoria es
abierta a las personas. No nos interesa la orientación sexual, como no
debería interesarle al Estado la sexualidad de sus ciudadanos. Lo que
queremos y por eso lo hicimos explícito es conversar, pensar y hacer
cosas con personas que estén dispuestas a darle batalla al sistema
patriarcal, con todo lo que eso implica.
-¿En qué autores y experiencias se basan para organizar los encuentros?
-Nuestra principal fuente teórica surge
de nuestras propias prácticas, de analizarlas y sistematizarlas. Hay
autoras que nos han servido más que otras y esto no construye una
jerarquía, sino que se arma una utilidad o complicidad, para decirlo
mejor, que ha surgido de los tramados que hemos hecho en estos años.
Nuestras autoras por suerte son también nuestras amigas, han estado a
nuestro lado pensando y haciendo juntas. Sin duda, María Galindo y
“Mujeres Creando de Bolivia” o Silvia Federici, autora de “El Calibán
yla Bruja” y María Lugones , quien escribió uno de los textos claves del
pensamiento de la descolonialidad, desde Estados Unidos, forman parte
de ese tejido, con distintas intensidades pero sumando colores a
nuestras prácticas. En el primer encuentro tuvimos la colaboración de
Andrea Andujar, una historiadora que ha investigado dos temas que nos
interesan, como por ejemplo las mujeres guerrilleras de los 70 y las
piqueteras de los 90. Pero su aporte fue más allá de lo teórico, porque
Andrea es la hermana de la poeta Daniela Andújar y a la UCO no solo
aportan y asisten las dos, sino también su mamá. Tener estas tres
generaciones pensando juntas, compartiendo lo que aprendieron y
analizando sus historias, y no “La Historia”, es algo que supera lo que
cualquier texto te puede dar.
-Según Aristóteles, tratar
como iguales a dos sujetos desiguales era una injusticia. Entonces, ¿la
búsqueda de la igualdad entre el hombre y la mujer debe contemplar la
diferencia de género o tales diferencias no son inherentes al ser
humano, sino una construcción social?
-El feminismo ya le respondió a
Aristóteles y a todo lo que él representa: el Estado patriarcal. Creó
una herramienta muy eficaz, la discriminación positiva. La mano del
Estado tiene que ser más larga para quien menos puede llegar hasta
arriba. Es una herramienta que usaron los afroamericanos en su lucha
contra el racismo y las mujeres en la política, cuando se impusieron las
cuotas, por ejemplo. Estados Unidos tiene un presidente negro,
Argentina y varios países del mundo, jefas de gobierno mujer, en sí
misma la herramienta es tremendamente eficaz, pero no garantiza que lo
que produzca por sí sola sea un cambio social. La batalla está en las
subjetividades que este sistema crea y eso atraviesa a todas las
identidades sexuales, pero claramente a las mujeres. El problema del
machismo es femenino, lo bueno de esto es que si sos el problema también
sos la solución. En nosotras y por nosotras, entonces, pasa el cambio
social.

-Coincido con el discurso, pero no con
la práctica de los partidos tradicionales de izquierda, infectados por
el machismo que dicen criticar. El cambio, la revolución que proclaman,
debería empezar por ellos mismos, jubilando a los gerontes que hace
años dominan las jerarquías de esos partidos y postulando a las mujeres
que le aportan el dinamismo y el futuro, que necesitan en forma urgente.
Creemos que no se puede separar discurso de práctica. En colectivos que
se proponen la construcción de un cambio social deberían plantearse muy
seriamente la posibilidad de que los hombres no dominen nunca la
escena, por lo menos durante un tiempo, hasta ver qué pasa, hasta sacar
una conclusión. Y más en aquellos que se dicen radicales, ¿por qué,
qué temen perder? Se lo plantee en una reunión a uno de los referentes
del Movimiento Sin Tierra de Brasil, a mi juicio una de las
organizaciones sociales más poderosas de Latinoamérica, y se quedó
mirándome, mudo. Recién cuando terminó el panel público y charlamos
informalmente admitió que quizá tuviera razón: es hora de experimentar
en nuestras propias construcciones las relaciones sociales
que proclamamos para toda la sociedad. Bueno, esa es nuestra tarea. La
UCO es la forma de hacernos cargo de la pequeñísima parte que nos toca
de esa enorme responsabilidad.
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